Título: Calendar Girl: abril, mayo, junio.
Saga: Sí (2)
Autor: Audrey Carlan
Editorial: Planeta
Primera edición: julio 2016
Número de páginas: 488
Precio: 17,90€
Argumento
Ya han pasado tres meses desde que Mia se embarcó en la aventura más
increíble de su vida. Tres meses llenos de lujo, pasión y glamour… saltando de
ciudad en ciudad. Tres meses desde que conoció a Wes.
Boston, Hawái y Washington D.C. son sus próximos destinos, en los que,
junto con Mason, Tai y el senador Shipley, Mia se adentrará en el mundo de las
wags, conocerá el valor de la amistad y vivirá unas experiencias sexuales que
la llevarán hasta límites insospechados.
Aunque Mia no puede olvidar a Wes, sabe que su viaje debe continuar.
Pero algo le dice que sus caminos volverán a cruzarse…
Personajes
Tod@s l@s personajes de Calendar Girl: enero, febrero, marzo se repiten, ya
que aparecen de una manera u otra, así que me centro en describir a l@s nuev@s.
Mason Murphy: cliente de abril de Mia (Boston). Jugador
de béisbol en los Red Sox. Mujeriego y machista.
Rachel Denton: representante de su agencia de relaciones
públicas de Mason.
Angel D’Amico: cliente de mayo de Mia (Hawái). Fotógrafo
de modelos con cuerpos reales.
Tai Niko: modelo samoano que trabaja bajo las
órdenes de Angel D’Amico. Muy familiar. Tiene medio cuerpo de tatuajes
compartidos con su padre y hermanos.
Warren Shipley: cliente de junio de Mia (Washington
D.C.). Está llevando a cabo un proyecto para abastecer al tercer mundo de
medicinas.
Aaron Shipley: hijo de Warren y senador por California. Tiene problemas con el alcohol.
Kathleen: ama de llaves de los Shipley.
Opinión personal
Después de 2 meses he vuelto a adentrarme en el mundo de Mia Saunders. Debo
reconocer que la echaba de menos ya que es una protagonista con mucho
desparpajo y que da agradables momentos de lectura.
La novela sigue el mismo patrón que la primera parte, es decir, está
dividida en tres partes que hacen referencia a cada mes (en este caso abril,
mayo y junio). Los tres meses contienen 10 capítulos. Como todos los capítulos
siguen la misma línea, mi subconsciente no me permite acabar de disfrutar de
los finales, ya que cuando voy por el capítulo 8 pienso “ya no puede pasar
mucho más, así que a ver que depara el próximo” o “en cualquier momento llamará
la tía Millie y descubriremos quien es el próximo cliente”. Estas tonterías me
impiden centrarme en el mes actual y divagar en cómo será el siguiente.
La trama me ha gustado porque la variedad es el punto fuerte de este libro.
Todos los clientes son muy distintos entre sí y esto facilita el no aburrirse.
Aunque sí es cierto que sigo encontrando irreal que todos los clientes sean
atractivos. Creía que junio iba a sorprenderme positivamente en este aspecto
pero finalmente ha sido más de lo mismo. Espero que alguno de los próximos
meses de ese toque de realidad a la novela.
El punto débil de la novela es que hay un tema muy repetitivo. Mia duda
mucho sobre su año como escort porque no deja de pensar en Wes. Me encantan
todas las escenas en las que sale él porque me río mucho, pero me molesta que
Mia tenga el mismo debate cada dos por tres y acabe llegando a la misma
conclusión, ya que creo que solo añade paja a la trama sin ningún valor.
El lenguaje sigue sin ser vulgar en su gran mayoría de páginas, porque los
clientes suelen ser muy dulces hablando, pero sí es cierto que hay momentos en
los que sí lo es. Y en esta segunda parte hay mucho menos sexo, todo concentrado
en uno de los meses, aunque el ambiente erótico no se pierde en ningún momento.
Así pues, recomiendo Calendar Girl a todas aquellas personas que les guste
la literatura erótica o que quieran descubrir un género nuevo. Y aunque también
la puedo recomendar a las románticas, quizás no la disfrutarán del todo porque
no se quitarán de la cabeza al hermoso Wes, como me pasa a mí.
Fragmento favorito
[…]. Había tres cosas que no
podía quitarme de la cabeza.
La primera era que Wes era
mi jodida kriptonita. Debía ir con mucho cuidado con él si quería sobrevivir
medio año más en esas circunstancias.
La segunda era que nunca
había que juzgar un libro por la cubierta, ni siquiera cuando esa cubierta era
un traje a medida muy sexi, una carrera política impecable y riqueza ilimitada.
Y la tercera, que los amigos
son la familia que uno elige, y que tenía la mejor familia del mundo.
Sí, la vida era muy rara,
pero la estaba viviendo al límite. Me tomaba las cosas tal como venían,
aceptando lo bueno, lo malo y hasta lo feo con resignación porque todo formaba
parte del proceso. Tal como mi tatuaje se encargaba de recordarme, tenía que
confiar en el viaje.